lunes, 11 de octubre de 2010

Algunas confesiones (clandestinas) de los países que hemos visitado….

Costa Rica.

Miembros de La Nave en la Universidad Nacional de Costa Rica.



Es evidente que América del Sur vive uno momento ideológico crucial y de los más relevantes de la historia de su pensamiento. Con mucha lentitud pero con paso firme, América Latina se gana el Siglo y hace patente su autodeterminación social y económica; por el contrario, ante su evidente decible hegemónico político, económico y comercial a los Estados Unidos, no se le ocurre más que desplegar sus fuerzas armadas, cuerpos militares y paramilitares de inteligencia para mantener control sobre aquellas zonas que son potencialmente conflictivas (para ellos, por supuesto), tales como Venezuela, Bolivia, Brasil, Ecuador.

Siendo así, Estados Unidos ha colocado infinidad de cuerpo militares en territorios americanos, pero uno de los más tristes (porque el caso de Colombia es más bien, vergonzante) es el caso del hermano país de Costa Rica; recientemente apareció publicado en Le monde diplomatique en su edición boliviana, la siguiente nota:

Costa Rica no tiene Fuerzas Armadas desde 1949. Fueron abolidas luego de que el país fuese declarado “nueva República” al concluir un período de enfrentamientos internos. Su constitución prohíbe contar con un Ejército, y las tareas de orden interno son encomendadas a la policía civil y el patrullaje de la costa de Guardia Costera.

En 1969, en San José de Costa Rica se firmó la Convención Americana de los Derechos Humanos. En 1983, con el país atrapado en el conflicto de la vecina Nicaragua entre el gobierno sandinista y los “contras” financiados por Estados Unidos, el presidente Luis Alberto Monge declaró la neutralidad permanente y desarmada del país. Costa Rica reconoció y declaró, primero entre todos los países del mundo, el “derecho a la paz”. La paz, como valor fundamental, es la matriz identitaria del país.

Miembros de La Nave y Francisco Aguirre Arancibia, estudiante de la UNCR, y promotor de las funciones de La Nave en Costa Rica.
El derecho a la Paz que enorgullece a los costarricenses, impide al Estado autorizar todo tipo de actividad que tenga relación con la guerra, como comprar, vender, producir o almacenar bienes y servicios para ese fin. Fue en base a este derecho que en 2003 se desestimó el apoyo que el gobierno de entonces pretendía otorgar a la coalición que invadió Irak.

Pero el 1° de julio pasado, la Asamblea Legislativa abandonó esos principios y aprobó un convenio con Estados Unidos mediante el cual buques de guerra, portaaviones, helicópteros, avión y un primer contingente de 7.000 marines tendrán permiso de entrada. Según el convenio, su función será ayudar a la guarda costera para interceptar el contrabando de drogas.

El permiso otorgado a esta parafernalia de guerra fue concedido sobre la base de un convenio anterior para patrullaje marítimo conjunto, pero que no otorgaba permiso alguno de entrada de los militares estadounidenses.

Aquel convenio caducó en octubre del 2009. Su renovación en los términos actuales es en definitiva un réquiem a la magnífica identidad de paz costarricense.

La adhesión de Costa Rica a la estrategia de control militar por encima de la dignidad de los pueblos latinoamericanos, precedida por Estados Unidos, so pretexto de una guerra mundial contra el terrorismo y el contrabando de drogas, es una ejemplo de la debilidad que todavía está patente en los gobiernos de América Latina, más no es signo de que el pueblo esté de acuerdo.

Después de conocer a un pequeño grupo de costarricenses en el Encuentro de Teatro Popular Latinoamericano de Venezuela, pudimos leer que la paz y la solidaridad es parte de la cultura y la manera de relacionarse de los costarricenses con el resto de los países, y así como a Venezuela, Brasil, Bolivia, Argentina, -con todos sus pormenores, errores y retrasos-, a Costa Rica, a Colombia, a Perú, a México inclusive, les llegará el momento en que de las entrañas del pueblo surja la manera queremos organizarnos/gobernarnos.

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