Ahora sé que nunca debí despedirme...
Caracas ciudad que retumba desde adentro.
Amiga y enemiga de todos los amores, de todas las revoluciones..
Las luces más lejanas, destellaban a lo largo del litoral,
escondidas entre montañas invencibles
guardiana del mar
generala del caribe.
La cordillera de montañas te arroja al infinito mar
El cielo se abre
El cielo, tímido, ensombrese ante tus luces.
Ahora sé que nunca debí despedirme de ti...
El que entra en tus fauces jamás sale en una pieza
Tambalea, se inclina, precariedad de suelo que mueve
como téctonicas placas las capas de la concienca.
Te amo, Caracas.
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