domingo, 3 de octubre de 2010

Despedida.

Ahora sé que nunca debí despedirme...
Caracas ciudad que retumba desde adentro.
Amiga y enemiga de todos los amores, de todas las revoluciones..

Las luces más lejanas, destellaban a lo largo del litoral,
escondidas entre montañas invencibles
guardiana del mar
generala del caribe.

La cordillera de montañas te arroja al infinito mar
El cielo se abre
El cielo, tímido, ensombrese ante tus luces.

Ahora sé que nunca debí despedirme de ti...
El que entra en tus fauces jamás sale en una pieza
Tambalea, se inclina, precariedad de suelo que mueve
como téctonicas placas las capas de la concienca.

Te amo, Caracas.





Viajar, esombrecerse, crecer, volver a creer...
Creer en revolución perdida en boliviana patria.
Volver en ti. Regocijarse con tu bebida de sáliva amarga/topada.

Caracas, cápital de la palabra insurrecta.
No te detengas, no pares, no permitas que ningún extraviado navío aparque en playa
no legítima, no del pueblo.

No permitas que la batalla muera en el frente,
para atrás nunca
nunca
nunca

Regresaré.

Regresaré, sólo para seguir seduciendo
para descubrir que escondes debajo de la prenda
para encender lo que de oscuro queda,
lo que de oscuro ya no tienes.

Caracas inolvidebla
Caracas cuna de amor, sueño y revolución.

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