¿Acaso hay un teatro que no esté en el borde? En el borde de la locura, de lo indecible, en el borde de la cordura. En el borde de la plástica, de la música y de la danza.
Toda patria teatral es un litoral que se extiende anchurosamente sobre el mar de los inasible y que sólo él puede corporeizar.
Aquí NAUFRAGAN los que de canoas y barcos quieren llenar la imaginación.
Aquí HABITAN los que saben nadar en las aguas de viento y arena.
Aquí YACEN los que de fuego y guerra han hecho su casa.
Aquí DEAMBULAN los que en el arte se han extraviado.
Por aquí pasan la danza y las palabras en las alforjas de predicadores condenados al eterno retorno.
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