jueves, 2 de septiembre de 2010

Colombia/Parte Final.

Diseño Urbano en el Barrio La Candelaria de Bogotá, Co.

El “Teatro Libre” de Bogotá, Co., es una asociación que se desprende de la Escuela de Arte Dramático de la Universidad Distrital de Bogotá, Co., es la única alternativa pública de formación profesional para el teatro en Colombia. De esta agrupación, tuvimos la oportunidad de ver la puesta en escena “Las Convulsiones” de Luis Vargas Tejeda, dirigida por Nelson Celis, con diseños de Pilar Caballero y la musicalización de Víctor Hernández, una puesta de escena a la usanza de la Comedia Francesa del siglo XVIII, pero con un acentico colombiano que daba mucho colorido al verso.


A pesar de los modismos y los localismos adaptados al texto dramático, el verso, el estilo y el drama resultaron inteligentemente resueltos. La compañía Teatro Libre nos presentó un espectáculo minimalista en cuanto al espacio escénico y el espacio escenográfico, con un vestuario de época, aunque un poco corto en los detalles, al parecer intencionalmente. Los personajes respondían a los modelos derivados de la Comedia Dell-Arte en la comedia afrancesada, la locura de la trama resultaba ser una crítica sórdida a la burguesía colombiana de finales del Siglo XIX donde el papel de la mujer estaba reducido a ser, únicamente blanco del cortejo romántico masculino, que saciaba las necesidades sentimentales y sociales de las jovencitas, a su vez que permitían el devaneo y pedantería masculino de los jóvenes.

Entre la superchería religiosa y la banalidad científica, un padre económicamente poderoso, busca cura a las “convulsiones” de su hija, que se presentan de manera estruendosa cada vez que este “pobre padre” se niega a cumplir los caprichos, antojos y voluntades de estrepitosa hija.

Estas “convulsiones” encuentran un remedio fehaciente en las visita de un galán conquistador, bohemio sin nombre que busca conquistar a las mujeres sólo para ensalzar su vanidad. Se disfraza como un prominente médico joven que conoce técnicas novedosas y avanzadas de la práctica clínica para visitar-cortejar a la “pequeña inocente”. Rápidamente el “pobre padre” manipulado sé da cuenta del embuste y arremete, literalmente, contra su hija, el galán embustero, el primo y ama de llaves cómplices todos del atraco a la honra de su casa. Una historia chusca contada a través de hilarantes juegos físicos del clown, la Comedia Dell-Arte y hasta la mejor comedia de Moliere.

Lo sorprendente, o por lo menos la sorpresa que yo me he llevado con este ejercicio de estilística ha sido la limpieza con que los jóvenes intérpretes han llevado a cabo la encomienda. Yo, renuente, supuse que el acento colombiano importunaría la interpretación del verso y el estilo dramático, pero todo lo contrario, a través de un marcado ejercicio en la búsqueda de la neutralidad vocal, y gracias a la cadencia sensual y lenta del hablar de los colombianos el asunto verbal ha resultado por demás delicioso.

También, lo ha sido la parte física. Vemos actores veteranos y noveles haciendo gala de una construcción de personajes-tipo con un carácter y función dramática determinada, pero matizados y entonados adecuadamente que convierten todo el festín teatral en un concierto arrebatado de locura y teatro.

Probablemente podría yo apuntar unas cuantas cosas, que más le pesan a la Dirección Escénica que la interpretación, es la libertad con que se rompen las convenciones escénicas que se van trazando desde el inicio de la función. Una versión simplificada del espacio escenográfico y un vestuario de época demasiado rebuscado para la estética en general; utilizar de cierta manera el espacio escénico que resulta sumamente atractivo, como un balcón que sale por los costados del escenario, y no agotar el recurso hasta sus últimas consecuencias; meter y sacar personajes por entre el público, rompiendo así la orientación del espacio, dejando confundido al espectador de cuál es salida o entrada a la estancia o a la calle. Pequeñeces. Pero ya saben, con el paso de los años, una se vuelve huraña y séntida de algunas cuestiones.


Arquitectura urbana del Barrio La Candelaria en Bogotá, Co. (Centro Histórico)

Días después, hemos tenido la oportunidad de ser participes de lo que probablemente sea una de las últimas direcciones escénicas del Mtro. Santiago García, fundador y director del Teatro La Candelaria de Bogotá, Co., una agrupación con más de 40 años de existencia, que ha dejado tras de sí una historia memorable para el teatro latinoamericano. Instituyendo una metodología de trabajo sólida a través de la “creación colectiva” esta compañía ha resonado a lo largo de toda América Latina, siendo un referente indudable de la contribución de los colombianos al teatro universal.

El espectáculo que hemos presenciado se llama “A manteles”, por supuesto, una Dirección del Mtro. Santiago García, con la creación colectiva de la compañía, integrada por 13 actores, entre los que encontramos actores y actrices fundadores de la compañía e integrantes jóvenes, que parecen tener un poco menos de tiempo en ella.

Actores versátiles que buscan la re-presentación, es decir, el artificio escénico, no la presentación como buscaba el Maestro Stanislavski; La Candelaria, tiene claro que el acontecimiento teatral debe repetirse una y otra vez, y tanto actores/actrices lo saben como los espectadores, ahora bien ¿dónde está la sorpresa? En particular, a decir del Mtro. Santiago García, en este espectáculo, La Compañía ha buscado hacer de la ambigüedad, la duda, la incertidumbre, la contradicción, sus elementos principales.

Siendo así, el espectáculo teatral “A manteles” es un banquete sui generis de espectros prototipo sociales a la manera de la “La clase muerta” de Tadeuz Kantor, re-presentando una sociedad decadente fuertemente marcada por la tiranía en sus facetas religiosas, políticas, bélicas, ideológica, económica (entendida como la toma de control a través del poder económico), mercantil (entendido por la opresión por la necesidad de consumo). Lo singular de la re-presentación es la a- tonancia/disonancia con la que se generan las atmosferas e imágenes escénicas, que no por esto, dejan de ser sugerentes y sumamente evocadoras. No hay conflicto, ni choque de fuerzas dramáticas que se oponen. El conflicto está afuera. El conflicto está con nosotros, los espectadores. Nosotros somos los que vivimos en esta tiranía, este totalitarismo que marca el sentido de nuestras vidas; el teatro solamente, a través de voces plurales, denuncia, ridiculiza catárticamente, suspende la circunstancia para que podamos pensar en ella.

La trama es episódica, cuadro tras cuadro se presenta la misma acción dramática: 1.- Aparece el personaje, 2.- identifica el salón-comedor, 3.- busca el lugar “que le corresponde” en este Banquete, 3-. Se apropia de su identidad tomando su lugar, 4.- Es escéptico a la interrelación con los otros personajes, 5.-Reprueba el ser de los otros espectros-tipo, 6.- Impone su realidad.7.- Se repite la secuencia y en cada vez aumenta angustiosamente el ritmo y la presencia ¿No es esta sordera existencial la cotidiana condición del mundo moderno?

Un detalle del espectáculo, que en mi muy personal aparición resultó, un gran acierto y de un significado profundo para todo la historia de esta compañía, es que en un momento determinado cuando el espectáculo se ha convertido en un apremiante imposición de presencias, en una caída vertiginosa de palabras severas e iracundas, de imágenes terribles, de presencias abigarradas, el propio Santiago García entra a escena entonando una melodía que dice más o menos así: “Paz, paz, porqué llorar, el cielo es azul y la mar se mese en paz, paz, porqué llorar, el cielo es azul y la mar se mese en paz”. A la cual todos los personajes se suman, pausadamente y construyen un gran coro, entre dulce y cínico.

“A manteles” parece ser una crítica dura ante la imposición ideológica a través de las armas y el discurso vano de los poderes políticos. Está cargada de localismos colombianos, habla tajantemente de una realidad inmediata, pero aún ahí, es sumamente planetaria y trascendental. Yo me preguntó, sí ahora, que Colombia vive un período de “aparente orden”, que ha tenido como precio la represión y censura de grupos estudiantiles, de grupos disidentes y marginados, ahora que Colombia puede hablar en pasado de “la guerrilla”, La Candelaria alza la voz y la metáfora para denunciar sin pudor la falsedad de este orden y el daño de la violencia armada, ¿qué habrá hecho/dicho hace 30 años? Cuando La Candelaria era impetuosa, como toda juventud, lo es, y la guerra estaba en la puerta de la casa. Esta agrupación teatral me tiene asombrada. Y ni que decir, de haber tenido la oportunidad de expresarle mi asombro y mi reconocimiento personalmente al Mtro. Santiago García. Y el Maestro, congruentemente a su hacer, resultó ser un viejillo simpático, humilde, agradecido y amable, nos ha recibido afectuosamente y le ha resultado inexplicable qué “está pavada de obra nos haya gustado” (Palabras del propio Santiago García)

De verdad que mi testimonio se queda corto ante el acontecimiento. El Teatro La Candelaria es una casa antigua del Barrio La Candelaria, que es el Centro Histórico de Bogotá, tiene un reducido patio central, llena de plantas, y antiguos carteles de puestas en escena desde los años 70´, que la agrupación promovía, con un par de oficinas, el foro teatral es la mayor parte del espacio, este un foro suficientemente equipado, es evidente que se ha ido construyendo y haciendo a través de los años con la propia mano de los participantes, ya que tiene una gradería hechiza, un equipo de iluminación que combina tecnología moderna con ciertos trucos del ingenio latinoamericano para convertir una simple lata en una profusa lámpara teatral.

Esta visita al teatro La Candelaria, ha sido refrescante, depuradora de ciertas expectativas teatrales personales y más aún, ha hecho que nuestro paso por Colombia se haya completado inteligentemente.



Antes de partir de Colombia, quiero platicarle una última experiencia. A parte, o mejor dicho, a partir de las funciones de La Nave en la Sala Cádiz, tuvimos la oportunidad de ser vistos por Juan Ramírez, Maestro de Comparsería en la Casa de la Cultura de Cohua, un municipio ubicado a unos 60 kilómetros, aproximadamente, de Bogotá, y que en ese momento celebraba 406 años de su Fundación, realizando el X Festival del Rodamonte, el III Carnaval del Mohan y el V Concurso Nacional de Música Campesina.

El Rodamonte es un árbol típico de la región, y en la fusión cultural de los grupos indígenas originarios y los advenedizos españoles que fundaron Cohua (Apoyo del Cerro), el árbol del Rodamonte ha quedado en el imaginario colectivo como el motivo de todas las manifestaciones culturales de la región. Así mismo “el Señor Mohan” es un personaje mitológico, que se le adjudica poderes sobre la naturaleza, para bien o para mal. “El Mohan” ha estado enojado con los hombres durante muchos años, es por esto que existen las catástrofes ecológicas, ahora los pobladores de Cohua y pueblos vecinos, celebran anualmente una fiesta para mantener contento a “El Mohan”.

En el marco de esta fiesta, fuimos solicitados para presentar nuestro trabajo. Ya saben el escepticismo se hizo presente, ¿quién ha visto que la gente acuda a los eventos realizados por la alcaldía (en nuestro caso, la presidencia municipal) para el festejo de la fundación de la ciudad? No, muchos.

Ha resultado todo lo contrario, el Auditorio Centro Cultural en punto de las 6:00 pm, estaba abarrotado. Estaban ahí todas las personalidades, desde el Comandante de la Policía con sus dos pequeños hijos, el Alcalde con su familia entera, hasta el Maestro de Danza Regional suspendió su ensayo y llevó a sus pupilos a presenciar la obra. ¡Todo un acontecimiento social en Cohua!, y nosotros siendo parte de él.


Juan Ramírez, maestro de comparsería en Cohua, Co. y Director de Teatro

 
Juan Ramírez ha sido un gran aliado en esta carrera. Es muy probable, que cuando les digo que él es Maestro de Comparsería en Casa de Cultura de Cohua, resulte confuso. ¡Claro!, sí el único referente que tenemos de lo que es una “comparsa” es la escurrida y mal lograda “comparsa del tradicional Don Juan Tenorio de José Zorrilla” que se realiza anualmente en Morelia, Michoacán, ¡sí es claro que ser Maestro de Comparsa en este contexto no tiene ningún sentido!, pero, sí lo que se ve es un pródigo taller de creaciones fantásticas a base de fommi, pintura y unicel, zancos y máscaras, personajes diseñados ex profeso para las alturas y el aire, sí la comparsería se entiende como una arte derivado del teatro del calle, combinado con la figura del músico trovador y el cuenta cuentos, el arte de la comparsería es una lenguaje autónomo de las artes escénicas con una función social y estética clara. Así, es como en apariencia el compañero Juan Ramírez, realiza su actividad docente en Cohua de lunes a viernes, y el sábado a domingo, ensaya de sol a sol con su grupo “Doble VV”, con el cual lleva tres años buscando en el espacio circular e íntimo un nuevo lenguaje para la interpretación escénica, poniendo en predicamento y riesgo la relación entre actor-espectador.

Si venía diciendo que el mundo valemadre en Latinoamérica, este tipo de experiencias resultan ser esperanzadoras, parece que ya no vale tanto madre sólo que es demasiado duro sacar el teatro adelante en este contexto, pareciera que hacemos sangrar piedras y oscurecemos el mismo sol para encontrar un poco de sombra en este desierto. Desierto colmado de inconvenientes para el arte.

Equipo "La Nave" con el Alcalde de Cohua, Co.

3 comentarios:

  1. por supuesto que hay esperanzas!!! te leo Gunn y me da un enchinamiento en la piel, porque, ya lo he dicho antes, es como encontrar luciernagas en un paisaje... cuando encontramos que en un pueblo el trabajo de los artistas puede mover a los espectadores. Enhorabuena por su esfuerzo!! felicitame a la banda! saludos. lulu+1

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  2. Pequeña Lulu! te agradezco que leas estás palabras... que llegan a las personas que deben.... Gracias a ti por todo tu apoyo. Les paso tu felicitaciones a la banda de argonautas que estamos aprendiendo más de nosotros mismos en esta travesía....

    Saludos al Edgarín y esa familia que está creciendo.

    Gracias por pasar.

    :-D

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  3. Es Cogua, no cohua.
    Saludos.

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