Para escribir un testimonio es necesario hurgar en la memoria y en la imaginación. Muchas cosas acontecen en la realidad, pero muchas más y más sustanciosas pasan por el pensamiento. También es una obligación comprender que sé es una cuando se vive y sé es otra cuando se recuerda. Lo que es seguro es que desde el estreno de la obra La Nave, no ha pasado un solo día en que la presencia de Perla Szchumacher no aparezca en nuestras referencias y en nuestras conversaciones. Su legado nos ha dado tanto para la vida en el teatro, que es probable que no alcance a contar todo en este relato.
Quisiera comenzar por decir que el trabajo de asesoría escénica que tuve/tuvimos la oportunidad de vivir a través de la puesta en escena La Nave con la Mtra. Perla Szchumacher, fue un punto de culminación en mi/nuestra formación teatral inicial, pero también fue la apertura de una aventura -que a veces tengo la sensación que nos rebasa a los jóvenes hacedores del teatro mexicano-, hacia el arte de la dirección escénica. Es muy probable que con La Nave y Perla, hayamos encontrado la respuesta a la encumbrada y socorrida pregunta de: “¿cómo se enseña a dirigir?”; o por lo menos nos acercamos a una respuesta práctica permitiendo desarrollar maneras que nos alejan de la incertidumbre y la ambigüedad en la que siempre se fluctúa en todos los inicios de un espectáculo teatral.
Pero, ¿cómo fue que paso todo esto?, seguramente cuando le fue planteada la idea de esta “asesoría” a la Mtra. Perla Szchumacher, ni ella, mucho menos yo/nosotros sabíamos bien a bien en qué consistirían esas sesiones de encuentro teatral. Sin embargo, se programaron y se llevaron a cabo, y en cada una se alcanzó un objetivo preciso: 1) texto para la escena vs texto dramático, 2) relación actor-personaje-personaje actor, 3) juego escénico e improvisación, 4) concepto escénico, 5) organización de ensayos, 6) coordinación del equipo de trabajo, 7) encuentro con la función de estreno, 8) seguimiento a una temporada. ¡Y cuando hago este esquema resumido de aquellos casi seis meses de trabajo, me asombro de lo simple! “A veces la simpleza es la tarea más difícil de llevar a cabo”. (Primera lección en la asesoría escénica de Perla Szchumacher).
Este es el precisamente el punto que quisiera desenhebrar de todo el anecdotario que pueda yo verter en este testimonial. El trabajo de Perla con La Nave, más que una asesoría a la puesta en escena, fue una veraz y profunda capacitación para la dirección escénica en la afortunada oportunidad de tener “el laboratorio, los instrumentos y el presupuesto” para la investigación-formación, es decir, un curso intensivo de dirección escénica con todos los elementos sobre la mesa: actores, dramaturgo, productor, creativos, técnicos; y esta adiestramiento no solamente fue en relación con el trabajo creativo, también en los niveles operativos, administrativos y hasta éticos. Ahora bien, el alcance de este proceso se vio beneficiado, también, por la entusiasta, e inesperada participación de todos los miembros del grupo de trabajo. Empezando por las autoridades culturales hasta los técnicos del teatro donde hicimos nuestras primeras funciones, pasando por un dramaturgo-escenógrafo, asistentes, creativos, actores, productora y demás participantes. Digamos, que fue una de esas poquísimas ocasiones en que todos los elementos se conjugan (¡hasta la suerte!) para que el trabajo salga bien.
Definitivamente, el modelo de asesorías escénicas, inaugurado en Michoacán debería ser proyectado hacia otras entidades del país. ¿Tendrá el mismo impacto en otros montajes, con otros directores, otros textos, otros u otras asesoras? Poco probable especular con certeza. Sin embargo, yo creo que de mil formas ha nutrido y fortalecido el incansable trabajo de Perla Szchumacher a la escena mexicana y al teatro para niñ@s; lo que hizo por nuestra obra y por nosotros es tan particular como vital para el teatro michoacano.
A esta puesta en escena no le ha sido sencillo subsistir, se ha visto expuesta al fenómeno de la emancipación, es decir, cuando sé es diferente a los demás, ya sea por rebeldía, por incidencia, por accidente, por influencia o por disidencia, siempre se acarrean dichos y trechos sinuosos, unos más inteligentes que otros, pero yo, personalmente, lo tomo como un síntoma más de que hicimos algo diferente, -y por el número de funciones que hemos hecho, las satisfacciones que hemos celebrado, el aprendizaje, los retos resueltos, las complicaciones salvadas y demás acontecimientos, creo que lo diferente ha sido para bien.
Es evidente, que se debe ser de cierta manera y tener determinada apertura para poder recibir el don y el legado intelectual que nos otorgó Perla. No quiero decir, que nosotros hayamos sido los mejores, ni los más adecuados. Creo que para trabajar hombro con hombro, escuchando/conciliando- observando/decidiendo, se debe haber aprendido primeramente el concepto de “soy uno de todos nosotros” para poder ser con los otros. (Segunda lección de en la asesoría de Perla Szchumacher) ¡Y también tuvimos que aprenderlo!
Lo aprendimos, y ahora trabajamos siempre, desde el primer horizonte que se trazó aquella mañana de julio del 2007; Perla Szchumacher: “A ver, cuéntenme, ¿qué es los que todos ustedes, quieren hacer con la obra o cómo la imaginan?” Con esa simple pregunta, el proyecto se hizo de todos. Ahora era una responsabilidad de todos hacer llegar a esta Nave a mares insospechados en viajes interminables a tierras inexploradas… por lo menos para esta joven tripulación de argonautas mexicanos con los bolsillos llenos de ilusiones e ignorancia.
Un proceso que inicio con una amigable pregunta, pero con riguroso acento, no podía quedar ahí. Con el paso de los meses y en cada uno de sus dos visitas posteriores, los señalamientos puntuales a nuestro trabajo eran como una suerte de empellón hacia más. Porque yo me paralizaba, llegaba a un cruce de caminos y no tenía suficiente confianza para decidir el rumbo. Los actores se angustiaban con mi zozobra y la musa del teatro se nos dormía. Entonces, llegaba la asesoría y no era necesario hacer/explicar/convencer a la maestra de cuáles eran “los atados de creatividad” que no resolvíamos; ella, una observadora especializada, un corazón delator de su amor por el teatro y la juventud nos enfatizaba con claridad que no teníamos que resolver problemas si no hacerlos visibles a la conciencia para que el Teatro y su magia convirtieran aquello en palabras/acción/revelación.
Es así como Perla Szchumacher ha encontrado una manera singular de enseñar a dirigir: “observa/obsérvate, apunta un cuadro inicial de lo que quieres ver y deja que los actores hagan la parte”, “no dudes de lo que quieres”, “no te calles nada de lo que necesitas, aunque sea mínimo, ahí estará la diferencia”, “a veces tendrás que negociar, otras veces imponer”, “no hay errores, sólo falta de comunicación”, “prepara tú material antes de confrontarlo con los actores”, “investiga todo lo que sea necesario, pero sólo lo que sea verdaderamente necesario”, “¿ya tenemos un espacio escénico definido? ¡¿No?! ¿Qué esperas para poner trabajar a la gente?”, “tienes que apuntar y dar notas siempre, porque de lo contrario, los actores se sienten abandonados”.
Se me puede tildar de inocente, romántica e ingenua, pero ¿por qué resulta tan vacío y despreocupante para la formación teatral de nuestro país enseñar la dirección escénica con base en la frecuencia, la simplicidad, la practicidad y sobre todo de acuerdo a la realidad de los contextos en los que trabajamos? De ser así, sería más fácil la gestión, la producción y la crítica del teatro. Recordemos que esta fue una asesoría escénica, este diplomado en dirección fue in situ. Por esos días Perla viajaba tres semanas al mes por toda la República haciendo más o menos el mismo viaje. ¡Admirable! “No, solamente es trabajo” (diría Perla Szchmancher). Ojalá todos trabajáramos con esa intensidad y compromiso, habría menos distancia entre teatro y sus espectadores.
Agradezco infinitamente que se me haya permitido explicar, porque me es tan importante el aprendizaje de esta “asesoría escénica”, no solamente por todo lo aprendido, si no porque también me permitió replantear mis horizontes personales dentro de mi actividad profesional. Razón por la cual me atrevo asegurar que el modelo de “tutorías” para la adquisición de conocimientos en la dirección escénica, es en mi experiencia, la mejor opción para la formación y especialización respectiva.
Quisiera ir cerrando este relato con un tono más voluptuoso. Alguna vez escribí para una historia de amor unas palabras de reflexión, y como lo mío con La Nave, y todo lo que a ella respecta ha sido amor, bien puedo citarme a continuación y utilizar esas mismas palabras:
Hubo una historia de fin de año… era un invierno prometedor.
Estábamos completamente emocionados…
Había palabras en el aire que fluían,
había una franca campaña de seducción.
No pensábamos.
No dudábamos.
No perdíamos.
Sólo soñábamos en un idilio sorprendente.
Así poco a poco unas murallas a nuestro alrededor crecieron fervorosamente
Y sin pensarlo estábamos soñando con nuestra boda y testamento más allá de nuestra tierra.
Esa boca que beso por primera vez.
Que aliento tan refrescante, que sueño tan prometedor
Como ya dije era un fin de año que no podría volver a repetirse.
Todos los días a partir de ahí, el encuentro era fulminante,
las sonrisas eran de oro y el amor era precioso.
Cada paso que era en comunión,
crecía una nueva enramada en nuestras murallas de dionisiacas
que se convirtieron en testigos del desliz
que dulcemente consumaban en mis manos, en mi cuerpo, la mirada y los deseos
en cada límite y puerto del ser.
Luna tras luna. Teatro tras teatro.
Hasta que un día la razón perdió terreno
Ya éramos presos de pasión de un arrebato espantado
De balas de presos que boicotean el fusilamiento
Yo no quise…
Ellos tampoco…
Sin embargo, el hundimiento se fue haciendo concreto
No había islas, ni sueños, ni brazos, ni quejidos
Sólo eran miradas complacientes que no tenían conciencia.
Eran palabras que no tenían cesta en mi corazón.
Como dirían los caballeros de Liverpool All you need is love…” (Tercera lección de la Mtra. Perla Szchumacher) Convertir un trabajo en un acto de amor es la entrega más sublime y, así ha hecho Perla de su compromiso con La Nave y cada uno de sus integrantes. Encontrar amistades profesionales como la que nosotros hemos establecido con ella es la oportunidad más valiosa que te puede dar la vida en el arte. Porque es de ese tipo de relaciones que se construyen en el trabajo y se disfrutan con la coincidencia de la pasión. Ya pasan casi tres años de este encuentro y aún no término de recapitular esa buena época.
Gracias Perla, me ha tomado tiempo… pero voy entendiendo. No me evado, solamente te lo digo de una manera más personal:
Este día
me he levantado
he puesto mi atención
en LO IMPORTANTE
He recapacitado en LAS FRONTERAS
son mordaces
son límites CONSTRUIDOS
no son el final
son el principio de otra TERRITORIALIDAD.
Después de mucho rodearlo
La frontera de esta Nave
Está en sí misma
Si lo piensas llegará a donde se lo proponga
Cómo ha llegado a hasta este punto
Ha llegado tirada de los argonautas
Ha llegado por VOLUNTAD
Porque cada quien ha hecho la parte.
Los pájaros cantaron,
Anunciaron reconciliación
Las rocas se entibiaron
Se buscaron unas a otras
Y se volvieron seres
Ellas nos hablan
Ellas no invocan
El vaivén de ser o no, ser.
Este encuentro es de PERSONAS
Este solar
Es para alimentar
El espíritu
Bienaventurados los que con la palabra
Lo han hecho todo
Supliquemos al pensamiento
vientos de profundidad para
no encarecer ante lo INEVITABLE
Despedirse
Encontrarse
No conocerse
Está Nave ha sido el carril
de todos los pensamientos
el lugar donde HE SIDO
Ahora huyamos
que nuevas puertas se están abriendo
que la luz está iluminando lo diminuto del SER
que es imposible no escuchar
la ráfaga de fuego
la hilera de metal
la buhardilla existencial
que todo lo ha derramado
en soledad...
(¡Por fin estás metáforas encontraron su lugar!)
Hasta siempre………….
Febrero 2010, Morelia, Michoacán.
Gunnary Prado.
En el espacio limpio de la memoria, quedan recuerdos sólo de haceres y personas del tamaño monumental de nuestra compañera y maestra.
ResponderEliminarRoberto Briceño F.
3 de marzo de 2010 18:33