No quitarle al teatro su poder subversivo. Darle ocasiones para el escándalo, el asombro, lo obsceno. Lo que no debe ser escuchado, ni visto, ni oído. Al mismo tiempo, dejarle su poder de seducción: el juego virtuoso de lo que se oculta y de lo que se muestra.
E.H. Doblas.
Se trata, pues, para el teatro, de crear una metafísica de la palabra, del gesto, de la expresión para rescatarlo de su servidumbre a la psicología y a los intereses humanos.
A. Artaud
E.H. Doblas.
Se trata, pues, para el teatro, de crear una metafísica de la palabra, del gesto, de la expresión para rescatarlo de su servidumbre a la psicología y a los intereses humanos.
A. Artaud
¿Qué soy vehemente al exponer y sustentar mis ideas? Sí, lo soy. Mi único patrimonio son mis ideas. Algunos otros tendrán diferentes cosas, personas o afectos por patrimonio. Libros, palabras, poesía, por ejemplo. Yo no. De lo único que me hago responsable es de lo que digo en voz propia y en voz alta. El pensamiento te traiciona. El pensamiento, las más de las veces navega sin rumbo y sin piloto. Así que de mis pensamientos no me hago responsable. Sólo a través de un honroso acto de voluntad, decido, que decir y que no, ahí sí, que se me inculpe de toda bajeza, mediocridad u omisión que dicho en voz alta.
Mi único reino son mis ideas. Y he tenido pocas ideas en mi vida. Ahora, justo en este momento me viene al pensamiento y decido decirla, una idea, una que creo importante:
LOS ACTOS OCASIONALES SON UN ALEPH DE LOS DESEOS MÁS REPRIMIDOS
Así que, henos aquí, proyectando viajes por cielos y mares del hemisferio sur del planeta, para un grupo de personas que han comulgado de una misma idea desde hace más de dos años. Y cuando hemos buscado la manera de materializar esas proyecciones, aparecen los “actos ocasionales”. ¿Será que siempre aparecen pero no son tan contundentes?
Pero antes de seguir haciéndome más preguntas, quisiera responder algunas que vengo arrastrando desde hace tiempo. Hace ya casi tres años que nos subimos a esta Nave; yo creo que nadie sabía con certeza a dónde nos aproximaríamos, dónde desembarcaríamos con este proyecto escénico, (¿todo el mundo emprende un proyecto de teatro con tanta incertidumbre, cómo yo lo hice está vez?) pero había muchos esperanzas de que fuera afortunado y fuera benéfico para más de uno, en un sentido más coloquial, que las cosas salieran bien.
Y si, salieron muy bien, la Nave, navego, se estrelló, se recuperó, anduvo, fue, vino y construyó nuevas amistades que la han hecho ser más fuerte y más grande. Ella en sí misma, no ha fundado, ni transgredido nada estético, ni nada teatral, nunca nadie ha dicho lo contrario, señalado algo en ese sentido y yo como directora de su escena, no aspiraría asegurar nada parecido. Mejor dicho, tengo una lectura que las cosas periféricas a la Nave (el número de representaciones que tiene, el número de personas que han participado en ella, las muchas y diferentes manera que se ha dado a conocer entre los espectadores, los foros que le ha tocado visitar) son las que le han dado cierto carácter diferenciado y privilegiado, así como muchas batallas que ha tenido que librar en su honor.
Hoy se encuentra ante una más. Se cuestiona sí es legítimo que un proyecto de teatro infantil como La Nave sea digno de viajar por países del sur de nuestro continente para abrir fronteras culturales. Se cuestiona un proyecto presentado en papel y en documentos, un proyecto que aspiro a ser una radiografía de una historia de más de 150 años-luz (cada función ha sido un año de luz para los creadores e intérpretes de la misma). Se duda abiertamente que la obra contenga valores que se defiendan solos y se asegura que necesito de la buena pero mala intención de un tercero para que intervinieran ante circunstancias, protocolos, instituciones y Estado, dándole así el beneficio que por sí sola jamás hubiera obtenido.
¡Que cosa más terrible! Cuantos días, lágrimas, palabras y energías vertidos en este sencillo ejercicio para el teatro de infantes y ahora, se le imputa de inconsistencia, y ahora se ve disminuido por la ser de personalidad rosa. Pobre de la Nave y sus astronautas que nunca han tenido nada, más que a sí mismos y sus ideas. Pobre del arte contemporáneo que no se tiene a sí mismo, más que las relaciones dinámicas que establece con otras artes y con la realidad.
Pero no seamos auto-complacientes, seamos pro-activos, como dicta la norma de “la buena y cristiana vida”. Defendamos el honor. (¿Cuál pinche honor? Si para hacer teatro, hay que perder hasta el honor) “La Nave viaja y busca en Latinoamérica una nueva frontera” es un proyecto de internacionalización cultural de una puesta en escena que se construyó y produjó durante los años 2006 y 2007 en el Estado de Michoacán, estrenó un lluvioso día, 6 de octubre del 2007, en la ciudad de Morelia y ha hecho más de 150 representaciones en el Estado de Michoacán, San Luis Potosí, Monterrey, Nuevo León, Ciudad de México, Santiago de Calí, Colombia, entre otros.
Al finalizar una temporada de 30 funciones en la Sala Xavier Villaurrutia de la Ciudad de México, el equipo que la integra, se hizo la gran pregunta de, “¿ahora qué sigue?”, muchas fueron las respuestas, replanteamiento, buenas y malas nuevas durante esa mesa de proyección colectiva. Pero una cosa fue la más certera (¿quién tiene certezas a estas alturas del siglo?) La Nave debía seguir viajando y debería hacerlo más lejos y más alto. Así que nos planteamos en América latina la nueva frontera de navegación, ¿por qué ahí?
La Nave ya había ganado cierto cuerpo artístico que le permitió ser un producto cultural digno de exhibirse y comercializarse entre los canales institucionales y no tan institucionales. Pero hubo, y sigue habiendo, algo en esta experiencia de producción teatral que nos incitaba a buscar una manera de ser “abridores”, “embajadores culturales” de lo otro que también estábamos y estamos haciendo, de las otras producciones teatrales que se han gestado al interior de este colectivo de teatro y en los alrededores de nuestro entorno local.
¿Por qué nosotros? Hacemos teatro para la humanidad, desde el ser mexicano, del ser latinoamericano y lo hacemos por necedad, por transgresión, por deseo vital, para y por la concientización social de América y sus americanos. Hacemos teatro para conocer el mundo y al ser humano, hacemos teatro para pensar EN VOZ ALTA la realidad y el arte.
El objetivo del proyecto es el de trazar una ruta clara para la construcción de una red internacional de promoción cultural en América latina y el Caribe, a través de universidades públicas y organizaciones civiles de carácter cultural, que sean en provecho del teatro de michoacano. (Por cierto, me gustaría precisar que está debería de ser un trabajo de la propia del Estado, pero entiendo que no pueden o no quieren hacerlo. No se preocupen, no tienen que agradecer, a nosotros nos encanta la idea de hacer su trabajo, lo hemos hecho hasta el día de hoy). Este trabajo generalmente, se hace desde la comodidad diplomática de los agregados culturales. A nosotros se nos ocurrió que trabajando, es decir, llevando teatro y cultura, pudiéramos ser más contundentes en una invitación al intercambio entre los países de nuestro continente.
Igualmente se cuestiona el oportunismo de trabajar a veces en colectivo, a veces en grupo, con unos y con otros, y parecer que todos somos harina del mismo costal. Desde hace más de 10 años yo he sostenido una relación artística y personal con José Luis Pineda, he sido testigo privilegiado de su construcción como dramaturgo y director de teatro. Nuestra relación ha estado marcada por afinidades artísticas y desencuentros personales. Siempre lo he respetado mucho como artista, escritor y persona. Tanto para él, como para todos los demás, La Nave ha sido coyuntural en su carrera artística, La nave, (texto dramático), ha sido su primera publicación y la puerta para su proyección nacional como dramaturgo. Pero también fue un punto de reflexión, y perdón que hable por él, espero no equivocarme, sobre sus objetivos como director, mismos que se alejaban sustancial y formalmente de cualquier proyecto que podríamos emprender juntos, como me pasó a mí, así que el emprendió un nuevo viaje, llamado “Carmelita la niña del mechón” y yo otro llamado “La Huida” y ¡carajo, porque putas tenemos que justificar nuestras necesidades artísticas”. Así lo hemos decido y cada uno ha buscado las maneras de seguir dando aliento y espacio a sus proyectos artísticos. Nos tocó en esta ocasión estar enfrentados, más no enemistados, y nos tocó a cada uno renunciar a ser parte de lo otro para dejar avanzar la trayectoria natural de “Carmelita” y “La Nave”.
En hora buena por estos proyectos, que nuevamente han sido beneficiados con el favor de la duda y la expectativa, muchos días de suerte y estrella para sus equipos. Gracias a todas y todos por sus buenos y malos deseos que nos hacen presentes y nos hacen ser....
Y que se prepare la útima frontera porque la Nave está apunto de arribar.
Gunnary Prado
Noviembre 2009.
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