sábado, 13 de febrero de 2010



La nave es el montaje que mayores repercusiones ha tenido en la escena teatral de Michoacán
Trabajo colectivo, flexibilidad y sentido crítico, cualidades de nuevos grupos de teatro en el estado
La Productora Cinema Teatro provee un equipo de creativos, técnicos y gestores en el ramo



CARLOS F. MARQUEZ

En los últimos dos años de la escena del teatro en Michoacán, La nave, escrita por José Luis Pineda y dirigida por Gunnary Prado, ha sido el montaje que mayores repercusiones ha tenido, no sólo por ser la obra premiada en el primer concurso de dramaturgia infantil ni por haber ganado en la Muestra Estatal de Teatro, o por haber develado ayer en el Teatro Ocampo una placa conmemorativa de las casi inalcanzables 100 representaciones en provincia. Estos logros han cobrado su mayor trascendencia en la confianza generada en un grupo de jóvenes que se han aglutinado en la compañía Productora Cinema Teatro y que comienzan a definirse como una generación si no de ruptura, sí de transición entre una forma de hacer teatro dominada por las jerarquías y un trabajo colectivo que busca la democratización del hecho creativo como un acto de congruencia con la búsqueda del impacto social del teatro.
Recientemente sostuvieron temporada de funciones La hija de Rapaccini, dirigida por Refugio García, y Baños de secundaria, escrita y dirigida por José Luis Pineda, obras que tienen como centro gravitacional común a la Productora Cinema Teatro que ha proveído a estos montajes de un equipo de creativos, técnicos y gestores de teatro. Esta dinámica de colectividad mutable para hacer teatro, apunta la actriz y directora Gunnary Prado, tiene su antecedente en la producción de La nave, puesta en escena que con una sólida propuesta aglutinó a integrantes de colectivos como Santa Herejía Producciones y Espacio Vacío Teatro, además de otros egresados de la Licenciatura en Teatro de la Escuela Popular de Bellas Artes que buscaban abrirse brecha en la práctica profesional del arte escénico.
Con La nave se probaron los alcances de Producciones Cinema Teatro, órgano con una interesante estructura operativa sobre la cual puntualizó Gunnary Prado: “es un colectivo con un núcleo central de 10 personas, aproximadamente, que a su vez suman su pequeño colectivo en una ramificación orgánica muy interesante; es decir, estamos hablando de más de 30 personas trabajando en un proyecto global que tiene que ver con la formación, con la producción teatral, la investigación y la construcción de una poética propia. Anteriormente, en el director recaían las decisiones sobre qué queremos decir o qué queremos montar, no, ahora ya es un trabajo verdaderamente democrático desde las ideas creativas hasta los aspectos financieros. Todo eso apostándole a una nueva manera de hacer el teatro en Morelia y sobre todo sumando porque creemos que más es más”.
El dramaturgo y director José Luis Pineda puntualiza que Cinema Teatro se creó con la idea de producir cine o video, artes escénicas y otros espectáculos; es decir, se trataba de un proyecto con el cual se buscaba generar recursos para inyectarlos a otro colectivo creado por el mismo grupo de personas que fue denominado Producciones Teatrales, el cual produce los proyectos creativos de los colectivos; Espacio Vacío, encabezado por Gunnary Prado; Espacio Escénico, liderado por Refugio García, y Santa Herejía, dirigido por el propio José Luis Pineda.
Estos colectivos, refiere Gunnary Prado, “durante 2008 coincidieron en varios proyectos juntos, entonces este año nos estamos proponiendo que esa coincidencia no sea azarosa, sino verdaderamente sumar esfuerzos para formar un complejo más multidisciplinario y complementario de las acciones y actividades que requiere el teatro para que suceda, o sea, pensar en que es necesario un equipo logístico, de gestión, de busca de financiamiento, productivo y creativo. Hay muchas personas involucradas y cada una con su personalidad por lo que hay muchos perfiles. Lo que sucede es que hay una buena cohesión que nos está permitiendo generar proyectos”.
Estos jóvenes creadores escénicos inicialmente se aglutinaron con la simple idea de facilitar el proceso de producción teatral, tentativa que en palabras de Gunnary Prado se explica de la siguiente manera: “la intención es seguir fortaleciendo nuestra propia comunidad teatral porque a pesar de que hay mucha gente que está haciendo teatro, las condiciones en las que lo estamos haciendo no son las más adecuadas ni las más idóneas, pero no creo que eso sea responsabilidad únicamente del gobierno, creo que es una responsabilidad compartida; es decir, nosotros no nos hemos puesto el reto de exigir un espacio propio, de exigir espacios de producción, de ensayo y formación. Nunca los hemos exigido, entonces no tenemos teatro. La danza se agrupa y se organiza, y tiene sus espacios y festivales, la música no se diga, hasta sindicato tienen, mientras que los teatreros están todos dispersos y peleados unos con otros”.
Efectivamente, lo que podría distinguir a esta joven generación es una mística de trabajo colectivo que pretende romper con viejos vicios como el paternalismo y acabar con actitudes gremiales que impedían a los grupos un mayor trabajo de colaboración solidaria, propiciando así confrontaciones y hasta constantes tentativas de saboteo a la Muestra Estatal de Teatro, además del menosprecio a grupos que en distintos municipios del interior del estado mantenían su propia actividad teatral al margen incluso de los apoyos institucionales.
Los creadores escénicos que convergen en Producciones Teatrales, a decir de Gunnary Prado, lograron superar la atomización al “conjuntar las fuerzas para complementar las habilidades y construir algo más rico, más valioso y más completo, sobre todo entendiendo que el trabajo de teatro es colectivo. La organización de las personas que están involucradas en un proceso creativo tiene que ver con un rollo no solamente de que estoy aquí porque ésta es mi apuesta de vida, sino también tiene que ver con un proyecto moral, social y sensible, entonces estás trabajando con personas y en ese sentido hay que aprender a trabajar como personas. Como que hemos estado muy engranados con la chamba, pero también hemos tenido que decir: oigan, pausa. Somos personas y somos amigos, somos compañeros de trabajo, entonces atendamos esa parte también importante. Se trata de entender que hay opiniones diferentes y no tenemos que pelearnos porque pueden cohabitar esas opiniones diferentes y de hecho se enriquecen”.
La Licenciatura en Teatro de la Escuela Popular de Bellas Artes ha propiciado que cada vez sea mayor el número de jóvenes que asumen el riesgo de dirigir y hasta de escribir textos dramáticos como respuesta a las exigencias de su formación, lo que hace pensar en una transición generacional sobre la cual puntualizó Gunnary Prado: “si somos parte de una nueva generación teatral lo hemos discutido en muchas ocasiones. Lo que nos queda ahora como herencia de nuestras generaciones anteriores que se separaban, pues es aprender que no tenemos que separarnos. Casi siempre nos la pasábamos negando a nuestros maestros para poder permanecer nosotros, pero eso no nos ha funcionado, entonces queremos que ahora dejemos de negar a nuestros maestros y tratemos de aprender y acercarnos a ellos”.
“Sí –agrega Refugio García–, como dice Gunnary: ‘a veces las ideas no son las mismas’, pues no peleemos por eso. Lo que tenemos que hacer es tratar de aceptar y entender que tenemos diferencias, pero que debajo de nosotros hay quienes están aprendiendo de cómo hacemos nosotros las cosas y nos las van a cobrar, entonces antes de que nos las cobren tan duras como creo que nosotros se las hemos estado cobrando a la gente que hizo teatro antes que nosotros, calemos gente de esa generación en nuestro barco o nosotros subámonos en el de ellos. Da igual de quien sea el barco, lo importante es que estemos juntos, porque si nos seguimos dividiendo vamos a ser cada vez más vulnerables. Esa es la medula de todo, no queremos ser tan vulnerables”.
Ese acotamiento de los grupos teatrales y el celo de compartir perspectivas teatrales con otros grupos que señalan los integrantes de Cinema Teatro, es de alguna manera el resultado natural del tipo de formación que tuvieron muchos de los protagonistas del teatro michoacano, pues ante la falta de alternativas profesionales en la entidad, se fraguaron como actores o directores en talleres que servían como semilleros para la conformación de grupos en los que el maestro siempre era la figura dominante y del cual se derivaba una visión unidireccional del quehacer escénico que compactaba a directores y actores en gremios cerrados. La Escuela Popular de Bellas Artes rompe con esa dinámica, pues la diversidad de cátedras forma a los alumnos en un clima de pluralidad de opiniones y constante intercambio de ideas, respaldadas en gran medida por la teoría y la práctica cotidiana con elementos creativos diferentes.
Aún en el ámbito académico, sobre todo en los últimos años de la licenciatura, se da una ruptura de las viejas jerarquías al obligar a que el educando genere sus propios retos escénicos y encuentre sus propias soluciones. Esa propensión al intercambio de experiencias es un rasgo con el que también se identifican los jóvenes autodenominados como una nueva generación del teatro y a propósito señala Eros Ortega, músico que también ha incursionado en el hecho escénico: “es la ruptura de jerarquías, el planteamiento poliactivo siempre se ha dado. En este caso hay un respeto, pero no hay vacas sagradas, entonces hay que derribar eso porque además nos está alejando del público. Si yo voy a un concierto y veo a un montón de ególatras tocando no me van a dar ganas de regresar, porque además no hay una humildad de decir: ‘te entrego lo que estoy tocando’”.
Si bien, la generación de jóvenes creadores escénicos encontró identificación en nuevas formas de hacer teatro, aún está por definirse una voz, una suerte de estilo generacional que acuñe un nuevo teatro acorde con los conflictos o temas de su contemporaneidad. La búsqueda de esa unidad estética la están emprendiendo desde la intención de generar nuevos públicos que es hasta el momento el objetivo en el que mayores coincidencias encuentran: “La hija de Rapaccini y Baños de secundaria forman parte de un gran programa por acercarse al público joven que nadie atiende. De repente hubo una efervescencia por el teatro para niños y hay mucha producción teatral para el público adulto, pero los jóvenes que tienen sus propios lenguajes, necesidades y conflictos, pocas veces son atendidos”, advirtió Gunnary Prado.
Tres obras producidas por los colectivos que aglutina Cinema Teatro pueden ser pocos referentes para entrever el origen de un estilo o de una nueva mística respecto al quehacer teatral; no obstante, perfilan una perspectiva generacional que a decir de Gunnary Prado va más allá de la simple coincidencia en tiempo y espacio, pues “si hay una coincidencia en cuanto al planteamiento del tipo de teatro que queremos hacer. Evidentemente nosotros queremos estar alejados de lo que peyorativamente y maldicho llamamos teatro comercial; es decir, el teatro como un producto de mercado para el mero esparcimiento o recreación. Sí nos interesa pasárnosla bien, pero también nos interesa un discurso social, un compromiso con la comunidad. Tampoco somos un colectivo que tiene una línea muy extrema en cuanto a su pensamiento político o social como La Mueca, por ejemplo, que si no están al cien por ciento coincidentes con su forma de vida y percibir la realidad, del pensamiento o el fenómeno del ser humano, entonces se retiran. Muy bien, son coherentes y creo que para ellos ese proceso ha sido muy difícil y es admirable. Nosotros en ese sentido somos más flexibles, aunque no dejamos de ser críticos. Hay una coincidencia en valores estéticos y sobre todo en las formas de hacer el teatro desde esta perspectiva colectiva”.
Entrevista José Luis Pineda, José Refugio García,
Eros Ortega y Gunnary Prado.
A propósito del trabajo en colectivo.
LA JORNADA MICHOACÁN.
1 de febrero del 2009.

No hay comentarios:

Publicar un comentario